jueves, 31 de marzo de 2016

El post-it de la verdad

A estas alturas del partido no voy a decir que soy Santa Speedy de Calcuta, porque bueno, ya somos todos mayorcitos y aquí cada uno tenemos lo nuestro, eso está claro. Pero lo que sí que es cierto es que intento ir por la vida causando el menor daño posible y aplicando aquello de "no hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti". No sé, es que me parece lo mínimo, ¿no?

Esto no me supondría mayor problema si no fuera porque la sección de mi cerebro dedicada a la Adaptación a la Cruda Realidad (ACR) no me carrula bien y me creo que todo el mundo va a poner en práctica el mismo lema. Y ayyyyyyyyyyy, amigos, nada más lejos de la realidad. Aquí cada uno va a su bola y dice, hace o dejar de hacer lo que más le conviene sin que le importe un mojón si eso afecta a los demás o no. A la gente, en general, se la chufla el resto de los mortales. Esto es así y es así.

Años de tristes experiencias y amargas decepciones han conseguido que esto lo tenga perfectamente claro en la teoría, pero no tanto en la práctica. Los desperfectos en la sección ACR de mi cerebro me causan amnesia selectiva que se manifiesta en el tú a tú con los demás. No sólo parto de la base de que las personas vienen, como yo, con buenas intenciones, sino que espero que me den lo que yo doy. Craso error.

Es un error creer que la gente va a decir la verdad sólo porque yo estoy siendo sincera.
Es un error pensar que alguien me dedica determinadas palabras a mi en exclusiva. Copiar y pegar es la función más usada de whatsapp. No hay que ser muy listo para sacar conclusiones.
Es un error dar por supuesto que quien sea va a dedicar tiempo y energía a pensar mi regalo de cumple sólo porque yo lo hice con el suyo.
Es un error suponer que interesarte por las cosas de los demás va a implicar que ellos se interesen por las tuyas.
Es un error priorizar a alguien y creer que, por las mismas, esa persona te priorizará a ti.

Es un error.

La gente va a su bola, siempre se me olvida.

A ver si me hago un post-it y me lo pego en la frente.

lunes, 28 de marzo de 2016

Los superpoderes de las macizorras

Vale, pues vamos a hablar de tías buenas. Y antes de que se emocione mi escasa audiencia masculina y algún navegante despistado de Internet que haya parado aquí por casualidad ya aclaro que esta entrada no va de lo que os estáis imaginando. Va de los superpoderes de las macizorras. Y de como los usan. O más bien de como los mal emplean. Algunas de ellas, no todas, claro.

Porque a ver, yo no seré precisamente Miss España pero de poderes extraordinarios sé un poquito. Y como bien decía mi compi Spiderman, un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Usarlos a lo loco y sin pararse a pensar ni un segundo en las consecuencias siempre (y cuando digo siempre quiero decir SIEMPRE) trae problemas. Para el que los utiliza, para los demás o para todos.

Ya sé, ya sé, no se está entendiendo nada. A ver si con un ejemplo consigo explicarme.

¿Habéis visto ese capítulo de The Big Bang Theory en el que se muda al piso de arriba una tía buena, los protas se desviven por ayudarla sólo porque es guapa y ella se aprovecha?  Os pongo un trocito del episodio para que os hagáis una idea.



Por circunstancias de la vida últimamente he tenido que ver como se producía una situación muy parecida a esta pero en mi vida en 3D y me he quedado flipadísima. Porque vale, todo el mundo sabe que el físico es importante. Ser atractiva facilita la vida, eso es evidente. Ayuda a ligar, a hacer amigos e incluso a conseguir trabajo, Ahorra tiempo porque siempre hay algún "caballero" que te cuela en la fila del supermercado y esfuerzo, porque las posibilidades de que alguien se ofrezca a llevarte la maleta aumentan en proporción directa a la belleza de la damisela en apuros. Para las macizorras este es su día a día y entiendo que se aprovechen. ¿Vas a tener todo ese poder ahí y no lo vas a utilizar? Sería de tontos. Lo que no entiendo es que no fijen unos límites.

Me voy a  explicar... Lo del supermercado, lo de la maleta, aceptar ayuda de tíos que te la ofrecen sólo para aumentar sus posibilidades de llegar hasta tu cama no tiene la mayor importancia. Lo malo es hacerlo con conocidos, con amigos, con pobres incautos de tu día a día que seguramente han confundido deseo con sentimientos y se creen que eres el amor de su vida sólo porque estás buena. Tú puedes hacerte la tonta y fingir que no lo sabes porque es muy cómodo no darse cuenta. Puedes argumentar que aquí todos somos mayorcitos y que ellos lo hacen porque quieren, lo cual es verdad. Y lo que también es verdad es que está mal. Que te estás aprovechando. Y que eres una perraca del infierno a la que sólo le importa ella misma.

Macizorras del mundo, un gran poder conlleva una gran responsabilidad... Un   poquito de por favor.

((Post post: Antes de que todo el mundo se indigne y me llame machista por hablar de macizorras, aclaro que he hablado sólo de chicas porque es lo que he vivido. He visto a tío manipuladores que se aprovechan de las pobres incautas que se han quedado enganchadas de ellos (lo cual es igual de grave o peor) pero eso es un tema distinto que da para otra entrada. Se utilizan otras armas, no tanto el físico, quizá porque las mujeres reaccionamos de otra manera. Vamos, que es igual de malo pero en otra categoría, por eso no lo he metido aquí, para no mezclar))

lunes, 21 de marzo de 2016

Aquí otra vez

Después de tres meses sin decir ni pío lo normal sería empezar dando explicaciones, pero es un aburrimiento que pa'qué y en realidad mi ausencia se resume rápido: la Supermovida casi acaba conmigo. Y por suerte la palabra clave es "casi". Al final,  prácticamente de milagro, la que ha acabado con la Supermovida soy yo porque este infierno estudiantil por  fin ¡¡¡POR FINNNNN!!! ha terminado. Bueno, le falta una pizquitilla pero casi casi se puede dar por finiquitada. Y yo sólo tengo una cosa que decir ¡¡¡¡ALELUYA!!!!

Ha sido un horror. Un suplicio. Un sufrimiento. Una condena. Una tortura. Un martirio. Me ha colapsado la vida. No me ha dejado dormir, ni comer, ni salir, ni ligar, ni ver la tele, ni ir al cine, ni estar con mi familia, ni leer. No me ha dejado escribir. Y lo que es peor, casi me hace olvidar lo que sentía escribiendo. Lo cual es ya la repanocha montada en bicicleta.

Hoy descubro con asombro que hace tres meses que no abría este blog y que ni me había dado cuenta. Que casi no recordaba en qué parte del escritorio de blogger está la lista de lectura y en cual la edición de entradas. Que tenía aquí textos medio acabados que no recuerdo ni remotamente haber empezado a redactar. Pero vamos, ni de lejos.

Escribir soy yo. Las palabras son lo más mío que tengo, lo que me ha acompañado siempre, lo que en todos los momentos de mi vida ha sido parte de lo bueno y de lo malo. La Supermovida me ha colapsado a tal nivel que ha conseguido arrancarme un trozo de mi, uno importante. Y estaba tan metida en mi propia tortura que casi ni me doy cuenta.

Pero se acabó.

He vuelto.

 Ahora sí