lunes, 30 de marzo de 2015

Twitter me tiene calada

No se puede decir que sea la usuaria más activa que ha existido en la historia de Twitter. Yo a esa red social voy fundamentalmente a leer. Casi siempre a reírme, a menudo a informarme y algunas veces a indignarme, pero vamos, básicamente a escuchar más que a hablar. Y es que no termino de adaptarme a ese medio.

Me cuesta expresarme en 140 caracteres y, sobre todo, me cuesta pensar humor en 140 caracteres. Yo soy más de hacer la gracia en plan historieta, con inicio, nudo y desenlace. O sin nada de eso porque me he inventado una absurdez total, pero que por muy absurda que sea necesita una miniestructura. Los chistes a bocajarro no son lo mío, ha quedado más que claro en todos estos años.

Y  es que parece que fue ayer, pero yo me metí en el mundo tuitero en enero de 2012 y después de SOLO 38 mesecillos de nada el otro día... como quien no quiere la cosa... llegue a mi tweet número 1.000. Un millar de post en más de 3 años. Voy a la velocidad del rayo, ¿eh?

El caso es que me hizo gracia porque hace días que me fijé en que estaba a punto de llegar a ese número redondo y pensé en buscar un tweet chulo para celebrar la cifra que tanto me ha costado alcanzar. Luego me líe a retuitear cosas que me hicieron gracia y me olvidé totalmente de este plan maestro y cuando me quise dar cuenta ya había publicado sin darme cuenta el número 1000. Era este:



El que me conozca un poco sabe que este tuit me define plenamente. Lo ha dicho @Riveriego pero podría haber sido mío perfectamente porque esa palabras son muy, pero que muy yo. Soy una adicta al chocolate reconocida y orgullosa y he hecho eso (y cosas peores, me temo) en pleno mono un millón de veces. Por eso cuando he visto que, sin proponérmelo, se ha publicado JUSTAMENTE ese tuit con el número 1000 he pensado: ¿Casualidad? No creo... Twitter me tiene calada.

viernes, 27 de marzo de 2015

(Casi) mi Día Mundial

Felicitadme: hoy es mi Día Mundial. Por lo menos, un poquito, porque bueno, igual no es solo solo mío. Este viernes se conmemora el Día Mundial del Teatro y como ya ya sabéis que esta es mi expresión artística preferida (tanto encima del escenario como desde la butaca) pues me siento una teatrera total y por tanto parte activa de este día. Así que aquí estoy, celebrándolo a tope, también en el blog.

Mi vida de locura absoluta permanente no me ha dejado organizar una superfiesta como la ocasión merecía, pero bueno, qué menos que dedicarle un recuerdo a este arte, que tantas alegrías, tantas emociones fuertes y tantos agobios me ha proporcionado. Porque en fin, qué os voy a decir que no os haya contado ya. Ya sabéis que considero el teatro un trabajo en equipo en el que se viven subidones de adrenalina y nervios y milagros en cada función. Ya sabéis que creo que es un arte que exige las más diversas habilidades como memoria, organización, rapidez de reflejos, serenidad y generosidad. Ya sabéis que pienso que encima de las tablas nada es lo que parece y que se puede ser mil personas distintas sin dejar de ser uno mismo y vivir todas esas vidas que tu día a día se empeña en no dejarte vivir. Ya sabéis que sé por experiencia el agobio que se puede pasar antes de salir a escena y todo el trabajo que conlleva un montaje y la tensión que se puede llegar a generar en los ensayos. Pero también sabéis que tengo muy claro que, al final, todo sale siempre bien porque el teatro es magia. Magia pura. Y todo el que lo haya vivido lo sabe.

Por eso en este día, y en general para la vida, sólo os puedo dar un consejo de los buenos, buenos, de los que nunca fallan: Id al teatro. Haced teatro. Ved teatro. Leed teatro. Escribid teatro. Disfrutad el teatro. El teatro lo cura prácticamente todo. Os lo digo por experiencia.

martes, 17 de marzo de 2015

Eso será...


Bueno, pues no sé, igual ese es el problema, que no vacío el vaso de una vez para otra, pero lo cierto es que estoy  harrrrrrrrrrrrrrta. MUY harta.

En otro orden de cosas, si alguien conoce un buen manual sobre el vaciado de vasos y otros recipientes contenedores, soy toda oídos. Ahí tenéis los comentarios.

jueves, 12 de marzo de 2015

La era post-fraude

A veces te timan. Esto es así. Es una regla de la vida. Igual que en la cadena alimenticia unos comen y otro son comidos, tienes que aceptar que, para que se mantenga el orden natural de las cosas, algunos tangan y otros tienen que ser tangados. Y que por estadística pura, alguna vez te tiene que tocar a ti.

Lo sabes y lo asumes, pero eso no lo hace más fácil cuando la víctima eres tú. Cuando te estafan pica y escuece. A veces mucho. Y aunque parezca que esto es malo, para mi lo peor viene después, en la era post fraude. Cuando ya está todo claro, se te ha quedado cara de idiota y con ese mismo careto tienes que ver cada día a los que te han timado y mantener la normalidad, La NOR-MA-LI-DAD. Ahí queda eso.

Porque  a ver, tú eres adulta. Se espera de ti que sepas que la vida es así, que shit happens y que esto es lo que hay. Se espera de ti que te aguantes y que hagas como que no pasa nada porque reaccionar de algún modo implicaría reconocer que te has dado cuenta de que te han tangado. Implicaría que lo timadores digan en voz alta que te han timado y que tú digas en voz alta que te has dejado timar. Y claro, sería incómodo.

Nadie quiere eso, así que simulas que no pasa nada. Te haces la tonta para que nadie se de cuenta de que te han tomado por imbécil. Y pones cara de poker. Y sonríes. Pero no es lo que quieres hacer. Lo que quieres hacer es gritarle a los estafadores que no se puede ir por la vida jugando con la gente. Que hay que tener un poquito de cuidado. Lo que quieres hacer es decirle a los timadores que arrieritos somos y que en el camino nos encontraremos. Y que ya vendrán, porque la vida da muchas vueltas. Y que cuando vengan, no estaremos, porque no se lo merecen. Lo que quieres hacer es dejarles claro a los tramposos lo lerdos que son por desperdiciar todo lo que les has dado. Por no darse cuenta de que hay unas cosas que tienen más valor que otras y que han elegido las malas, las de usar y tirar, Y que cuando esas cosas se les acaben. no se les ocurra pedirnos de las nuestras... porque se van a encontrar con un NO como una casa de grande.

Lo que quieres hacer es montar un pollo de padre y muy señor mío para quedarte tranquila. Pero no puedes, porque eres adulta. Se espera de ti que aguantes el tirón. Así que cuentas hasta diez, respiras hondo y escribes una entrada en tu blog de lerdeces para sacarlo todo, porque o lo sueltas o revientas. Y tus pobres lectores, que no tienen la culpa de nada, te aguantan con resignación. Porque son unos santos y se están ganando el cielo.

lunes, 9 de marzo de 2015

Los límites del ligoteo

He leído bastante últimamente en Twitter sobre los límites del humor. Habría mucho que decir ahí, así que mejor no me meto. Pero pensando en eso me he dado cuenta de que hay muchas cosas en las que no están claros los límites. Una de ellas es, desde luego, el amor. Y otra el ligoteo, que es de lo que va esta entrada porque es muy temprano y no son horas de ponerse trascendental...

Si en el  amor y en la guerra todo vale, en el ligoteo más aún. Eso es una jungla, cada uno se las ingenia como puede: unos son simpáticos, otros inteligentes, otros picantes, otros misteriosos, otros sorprendentes, más de los que nos gustaría son simplemente pesados porque quien la sigue la consigue... los registros son infinitos.

Y las técnicas también. Un clásico entre los clásicos es acercarte en plan amig@. Jijijaja, risas mil, qué maj@ soy. Jijijaja risas mil, como me acuerdo de tus cosas. Jijijaja risas mil, qué pendiente estoy de ti. Jijijaja risas mil, cuantos detalles tengo. En fin, ya sabéis de qué va el tema, que aquí quien más y quien menos ha hecho esto alguna vez. El problema es, ¿hasta dónde?

Porque en esto se habla mucho del límite del que ataca, de lo cuidadoso que tiene que ser para no pasarse de frenada y entrar en la "zona amigos" en la que desaparece toda posibilidad presente o futura de ligoteo. De lo que no se habla tanto, y es a lo que voy yo, es de la otra parte contratante de la primera parte, de la del otro lado, de la que sufre el ataque. De cara a su seguridad, ¿no habría que poner también unos límites?

Quiero decir... que aquí ya somos todos mayorcitos y sabemos lo que hay. Pero bueno, también existen los malentendidos. Y que si tú eres majérrim@ una vez, el/la otro/a ya supone que solo quieres ligar. Y si lo eres dos, pues lo mismo. Y si lo eres tres, pues igual. Pero a lo mejor a la cuarta el atacado empieza a creer que quieres ser su amigo de verdad. Y a la quinta se convence más de eso. Y a la sexta está casi seguro. Y justo en ese momento tú ves claro que no vas a sacar nada de ahí, te las piras y si te he visto no me acuerdo. Y el otro pobre se queda con casa de poker y tres palmos de narices...

Que bien, que la vida es así, que son las reglas del juego, que hay que saber reconocer las señales. Pero que hay veces que no estás avispada. O que hay gente que tiene más talento natural para la actuación y te la dan con queso. Y, claro, te terminas creyendo lo que no es, y cuando te das cuenta de que te han tangado, pues pica. A menudo hasta escuece. Por eso no vendría mal que hubiera un límite de velocidad, como en las carreteras. Una frontera de la que no se pueda pasar porque ya no habría vuelta atrás. Una cinta amarilla como las de las escenas del crimen de las pelis en la que ponga: "Warning. A partir de aquí amistad. Do not pass"

Así estaríamos todos avisados. Los unos para no caer en la "zona amigos" inaccesibles al frinkamiento y los otros para no creerse que han hecho un colega cuando no es verdad. Todo el mundo gana. Ahora que estamos en época que elecciones, lo propongo como posible propuesta electoral para los partidos políticos. Yo voto al que lo lleve en su programa electoral..

jueves, 5 de marzo de 2015

Becaria en mi propia vida

Parafraseando a Sócrates os diré que sólo sé que no sé nada... y eso porque me lo han dicho. Si hay algo que tengo claro a estas alturas del partido es que mi vida hace lo que le peta, cuando le peta. Si me parece bien, bien y si no, mala suerte. Así que, chica, yo ya ni me esfuerzo en entender, porque pa'qué. Cojo mi tabla metafórica, surfeo las olas del destino tal como me van viniendo y ya si eso ya eso, que diría aquel.

Os daría más detalles, pero es que tampoco os creáis que se puede explicar mucho mejor. Porque a ver como os cuento yo el absurdo de ser, como siempre he sido, la última mona del panorama superheroico, pero a la vez tener que cargar con todas las responsabilidades de la estratosfera jefacial del sector de los superhéroes. A ver como se come que la mindundi de mi en mi mindundidad tenga que organizarle los papeles a una superestrella del noble arte de salvar el mundo. A ver como se entiende que, de la noche a la mañana, yo sea negociadora y tesorera y abogada y fiscal y juez y y parte.Y que me coma marrones cada tarde a la hora de la merienda, porque ya se sabe que un buen marrón tiene más calcio que dos vasos de leche y ayuda a que los huesos crezcan fuertes y sanos.

Creía que con el tiempo le cogería el truco, pero pasan los años y sigo sin coscarme de nada, como si fuera la típica eterna becaria, pero en mi propia. Que ya es gordo...