lunes, 31 de diciembre de 2012

Querido 2013:

Bueno, pues se acabó lo que se daba. Otro año más que jubilamos y pasamos a la balda del fondo del armario, al lado de pantalones y camisetas que ya no nos ponemos, para poder estrenar, nuevecito y brillante, el 2013. A ver qué tal resulta el recién llegado. Con ese horror de nombre, miedo me da. Espero que sea cierto eso de que las apariencias engañan y que hay que mirar el interior. Y que rebuscando bien en sus meses y días encontremos un montón de cosas buenas, que oye, también nos las merecemos, ¿no?

A unas horas de mandar 2012 a tomar viento fresco, lo que me pide el cuerpo es hacer balance, pero tranquilos, que esta vez os vais a librar de la tortura. Más que nada porque os he imaginado al otro lado de la pantalla pensando "que síiii, que yaaaaa, que has hecho muchas lerdeces teatreras, y has hablado lengua de signos (pero poco) y alemán (menos todavía) y has salido y viajado y reído y llorado y te has quejado un montooooon. Que síiii, que ya lo hemos leído, no nos des más la brasa, tronca" y la verdad, se me han quitado las ganas de hacer balances. Pero bueno, lo que sí voy a dejarle una nota de bienvenida a 2013. Como esta:

Querido 2013:

¿Qué tal? ¿Cómo has llegado? ¿Ya estás plenamente acomodado? Si tienes alguna duda o necesitas ayuda, ya sabes que me tienes en Speedytown para cualquier consulta, que yo encantada de atender a los recien llegados.

Veo que, como tus último predecesores, tú también vienes acompañado de la pesada esa de Crisis. ¡Qué perra os ha entrado a todos con traerosla!, ¿por qué no la dejáis en casa un tiempecito? Qué descanse la mujer, que con la brasa que ha dado últimamente tiene que estar agotada...

En fin, que yo te escribía para preguntarte si has traído bien lleno el saco de los "SIES". Más que nada porque tus últimos compañeros eran calcaditos a mí cuando estoy con los Speedysobris en una tienda de cerámica, que me paso el día: "¡No!", "¡eso no lo cojas!", "¡no, deja eso!", "¡las manos detrás de la espalda!", "no", ¡quieto!", "¡no!". Unos rácanos con los "síes", vamos, ya lo ves. Tú no serás así, ¿no? Que tú tienes que luchar contra los prejuicios esos de la gente que dice que el 13 da mala suerte y que con tu nombre vas a ser un mal año. Tú ni caso, ¿eh? ¡Tú a ser guay!

Ya me imagino que, como habéis venido en Ryanair, Crisis habrá presionado para que traigáis poco equipaje y así no pagar suplemento de peso. Pero espero que esas pocas maletas que llevas estén llenas de gente estupenda a la que conocer, proyectos de futuro que conseguir y cosas nuevas y emocionantes que hacer, que la novedad hace mucha falta por aquí. Y los síes, ¿eh? ¡No te olvides de los síes!

Bueno, te dejo que te acomodes y te pongas al día. Si te apetecen unas cañas de bienvenida, dame un toque, que ya sabes que yo para unas cañas estoy siempre disponible. ¡Hasta dentro de nada!

bss

Y a vosotros, pues eso... que acabéis estupendamente 2012 y que empecéis 2013 aún mejor. Que el nuevo año os traiga todo lo que deseáis y si tenéis alguna petición especial, dejadla en los comentarios, que ya veis que yo tengo buen rollo con el nuevo ;p

¡¡¡FELIZ AÑO!!!

viernes, 28 de diciembre de 2012

El arte de regalar

Regalar es conocer a la persona a la que se regala. Regalar es demostrar que escuchas al otro, porque recuerdas lo que dice que le gustaría que le regalaran. Regalar es anticiparte a sus deseos, porque le has regalado lo que le hace falta, incluso cuando él no lo había pensado aún. Regalar es tener claros los gustos de la otra persona, sus aficiones, lo que más le entretiene, lo que más le favorece.

Regalar es creatividad. Es pensar permanentemente cosas nuevas, planes originales, ideas innovadoras. Regalar es saber personalizar y hacer único e intransferible el objeto más común del mundo. Regalar es buscar alternativas cuando el plan A falla. Regalar es saber complementar los regalos que ya ha recibido la persona a la que le regalas.

Regalar es atención. Es dedicar parte de nuestros pensamientos (a veces incluso muchos) a averiguar qué le podría hacer ilusión al otro, qué le vendría bien, qué le sería mínimamente útil. Regalar es esforzarte en recordar qué has regalado antes para no repetir y qué tiene ya la otra persona, para que no acumule objetos iguales en su casa.

Regalar es tiempo. Es destinar parte de nuestros ratos de ocio  (a veces incluso muchos) a buscar el regalo ideal. Es hacer las salidas que hagan falta para comparar diferentes objetos en diversos establecimientos y así escoger la opción mejor y más bonita. Regalar es salir de compras las veces que sean necesarias para conseguir el regalo perfecto, incluso cuando estás hasta el coco de tanta salida y tanta compra.

Regalar es cuidar los detalles. Es comprar algo bonito y envolverlo en un papel de regalo más bonito aún. Es ponerle un lazo y una pegatina que diga "felicidades". Es transportarlo con cautela para que no se rompa y dejarlo cuidadosamente debajo del árbol, o al lado de unos zapatos o bien escondido para que el regalado lo encuentre por sorpresa.

Regalar es ingenio, ilusión, nervios, risas, diversión, agradecimiento.

Regalar, cuando se hace bien, es todo un arte. Por eso es taaaaaaaaaaaaan horrible tener que regalar por obligación, con prisas, sin ganas. Eso no es regalar. Es una tortura.

lunes, 24 de diciembre de 2012

Navicaos

Estos días tengo unas medio vacaciones de Navidad rarunas. Son "medio" y "rarunas" porque me va a tocar hacer cosas de curro en casa y pasar por la ofi más de una vez, pero oye, por lo menos son vacaciones, así que no me voy a quejar. La división de los SpeedySobris en pleno, recientemente reforzada, está en Speedytown para pasar las fiestas, así que mis días libres están transcurriendo tal que así:

-Pero, ¿qué hace un hipopótamo encima de la mesa del salón? A, ¡¡recoge lo animales!!
-¡Eh, no cambies a las noticias, que estamos viendo Bob Esponja!
-¿A qué jugamos?
-Creo que G se ha despertado, le oigo llorar... No, no, es mi móvil, que me he puesto de tono de llamada a I cantando Campana sobre campana y al principio suena muy bajo.
-¿De quién son estas zapatillas que me he encontrado en el sofá?
-¡Nooooooo, yo no quiero ir a ver la peli de cine que dice J, yo quiero otra!
-¿A qué jugamos?
-I, pero no te levantes todavía, que son las cinco de la mañana, aún no es de día... Que no, que no pasa nada, si tu habitación no tiene puerta da igual...
-¡¡No, pero no tires la cáscara de plátano al suelo!! Eso a la basura.
-¿Pokemon lleva acento? Que estoy buscando juegos en internet...
-¿Y estos rayajos  en mis apuntes de alemán? No me digáis más, es una obra titulada: "Declinación del adjetivo con paisaje pop al fondo"
-¿A qué jugamos?
-L. deja de llorar, que te está viendo el pajarito pinzón por esa ventana
-Speedy, ¿que haces debajo de la mesa?
- Juego al escondite con I.
-Lo dudo, está haciendo construcciones con las piezas de Lego en el salón...
-Joer, qué perraco, no me ha avisado que ya no jugábamos, llevo 10 minutos aquí..
-Pero, pero, pero, ¿en El Uno no hay un máximo de cartas que te puedan hacer robar tirando +1, +2 y +4? 16 me parecen excesivas...
-¿A qué jugamos?

Y tooooooodo el tiempo así. Iba a escribir una entrada pero, sinceramente, no oigo ni mis propios pensamientos, así que me conformo con desearos unas muy felices fiestas, que lo paséis estupendamente y que si tenéis vacaciones, descanséis. Por vosotros y por los que, como yo, el descanso no lo vamos ni a oler...

viernes, 21 de diciembre de 2012

Conociéndote

-Sé que te interesan muchas cosas. Casi todo.

-Sé que eres un juerguista.

-Sé que pareces menudito porque eres delgado, pero luego te pones de pie y me sacas una cabeza y media de estatura.

-Sé que llevas una pulsera hecha a base de botones de diferentes formas y colores. Porque sí. Porque eres así.

-Sé que te quitas las gafas para salir en las fotos.

-Sé que te aburre el fútbol.

-Sé que al 80% de lo que te diga me vas a contestar "¡qué guay!", "¡qué chulo!", "¡mola!" o "¡ a tope!". Y es que si hubiera unas olimpiadas de amabilidad, tú llegabas al podium fijo. El oro no sé, pero te llevabas medalla seguro.

-Sospecho que te han roto el corazón, aunque no sé si hace mucho o poco de eso.

-Sé que ahora llevas el pelo muy corto, pero que antes lo tenías largo. Y por temporadas rojo. ¡Qué horror de los horrores!, ¿no?

-Sé que llevas en la cartera una foto en la que sales con tu mejor amiga poniendo la cara que vais a poner cuando os tiréis en paracaidas por primera vez. Porque sí. Porque sois así.

-Sé que en el coche sintonizas Rock and Gol

-Lo que no sé es lo que te pasa por la cabeza. Y me encantaría saberlo.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Escuchar

Escuchar. Parece fácil, ¿no? Porque, total, si nos toca en suerte una buena salud, todos venimos de fábrica con dos orejas que funcionan perfectamente y que ni siquiera tenemos que aprender a utilizar. Sin que hagamos ningún esfuerzo, los sonidos entran por los conductos que tenemos a ambos lados de la cabeza y llegan al cerebro. O así debería ser, porque lo cierto es que la segunda parte del plan no se cumple casi nunca.

Para ser algo tan sencillo, es sorprendente la cantidad de peña que no escucha. La mayoría de la gente oye. Sin más. Captan cualquier alteración del silencio sin distinguir si son palabras o ruidos. No piensan bien lo que se les dice. Peor aún, ni siquiera lo procesan. Esperan a que el que tienen enfrente deje de mover la boca porque ha terminado de hablar y sueltan lo que habían pensado decir desde el principio, aunque no pegue ni con cola, aunque no sea una respuesta adecuada a lo último que se ha dicho.

Para mí esta mala costumbre es uno de los peores defectos que puede tener una persona. Con la gente que no escucha no se puede disfrutar de una buena conversación, de esas que duran horas, porque no mantiene la coherencia en el discurso (ni en el suyo, ni con el tuyo). Con la gente que no escucha no se puede trabajar en equipo, porque no admiten sugerencias, o no les llegan hasta el cerebro las que les hacen, que viene a ser lo mismo. Con la gente que no escucha no se puede contar en los momentos de crisis porque no saben de qué va el tema, dado que, obviamente, no han escuchado a los que le contaban qué ocurría y como solucionarlo.

Los que no escuchan son tullidos. Tienen una discapacidad mucho peor que la que padecen las personas con sordera física, porque los primeros podrían evitarla y no lo hacen. Supongo que como nunca han escuchado, no saben lo que se pierden. Peor para ellos.

lunes, 17 de diciembre de 2012

Cerebro en modo "cenas de navidad"

Metida de lleno en el tsunami gigantesco de las cenas de navidad infinitas no tengo tiempo para nada. Estos días como y bebo mucho, bailo más y hago el gili hasta niveles incompatibles con la vida, pero todo lo demás lo tengo en standby. Ello se traduce en que asoman en el horizonte unas cuantas certezas inevitables:

-Voy a catear alemán, esto es así. Faltan dos meses para el examen parcial y 6 para el final y no necesito una bola de cristal para deciros que voy a septiembre de cabeza. Llevo semanas con el runrun de "cuando tenga un rato me pongo a estudiar, que se me está acumulando el vocabulario" y ese momento no llega nunca. Eso sumado a que soy una negada TO-TAL para el idioma germano me conducen sin remisión al fracaso absoluto. A estas alturas todavía cuando mi profe me pregunta "¿como se llama el viento que sopla en Speedytown?" aún le contesto "sí", porque no le he entendido ni papa. Qué nivel, Maribel.

-No me va a dar tiempo a comprar los regalos de Reyes, eso también está claro. Con el retraso que llevo, no va a haber supervelocidad que valga. Que no es que lo haya dejado para última hora, que yo pensarlo lo llevo pensando la tira de días... pero inexplicablemente mis pensamientos no se convierten en realidad por arte de magia y los regalos no aparecen envueltos y con un lacito debajo de mi cama, que es donde escondo los recados de Sus Majestades de Oriente. Yo es que no entiendo nada.

-Es otro hecho probado que los marrones laborales y autobuscados se reproducen a la velocidad del rayo. Acabas de sacarte dos de encima, parpadeas y ya hay otros cuatro por delante. Si los cerebritos de la NASA investigaran más como conseguir esta rapidez y dedicaran menos tiempo a mandar cosas al espacio que pocas veces llegan a buen puerto, a estas alturas todos tendríamos vehículos supersónicos y nadie llegaría tarde al curro.

Y si las certezas que se ciernen sobre mi son malas, son peores las dudas, estas cosas que quieres saber, pero te da miedo preguntar. Y en todo este bullullu no ordeno, no cocino, no busco, no estudio y no escribo. El blog y la blogoesfera en general lleva unos día siendo como un recuerdo lejano y tiene pinta de que va a seguir así una temporadita. En plan: "¿Blog? ¿Qué blog? Pero si yo nunca uso internet". Mi cerebro está en modo "cenas de navidad" que es como el modo "avión" de los móviles, que están apagados sin estarlo. Pues eso, ya me avisaréis cuando vayamos a aterrizar para reiniciar mi coco, ¿ok?

miércoles, 12 de diciembre de 2012

¿Causa-efecto? ¡Tururu!

Dicen lo científicos que cada efecto tiene su causa y bueno, en el laboratorio puede ser. Si se quedan más tranquilos pensando eso, pues oye, ellos mismos. Pero en la vida real... ¡tururú! Y mucho menos en asuntos sentimentales-parejiles.

Tenía ganas de hablar del tema desde hace días y me he acordado leyendo esto. Le preguntan a La Rizos como encontrar a un hombre para ser feliz en pareja y ella contesta cosas muy sensatas pero que, en mi opinión, sólo son una parte de todo el bullullu amoroso. Y me voy a explicar.

-¿Que no se puede ser feliz en pareja si no se sabe estar bien sola? Desde luego.

-¿Que el amor, que una relación sentimental, debe ser sólo una parte de la vida y que no puede depender exclusivamente de ello nuestra felicidad? Por supuestísimo.

-¿Que algunas de nuestras características, circunstancias y actitudes facilitan/dificultan que encontremos un determinado tipo de pareja? Sin ninguna duda

-¿Que encontrar el amor, una persona que nos haga felices, con la que nos apetezca compartir nuestra vida depende SOLO de nosotros, de nuestras características, circunstancias y actitudes? NI-DE-CO-ÑA.

Lo siento, pero no me lo trago. Si fuera así de fácil, a estas alturas algún genio ya habría convertido esa fórmula mágica en una pastilla que podríamos comprar en las farmacias. O habrían patentado un decálogo de normas y actuaciones que se enseñarían en academias especializadas en ligoteo. Con los años incluso lo convertirían en asignatura obligatoria en los coles, para asegurarles a los alumnos un futuro de razonable felicidad. Pero no ha pasado, ¿verdad? Por algo será.

Que no niego que nuestro carácter influya en el éxito amoroso. Ser abierto, extrovertido y simpático ayuda a ligar, pero conozco a la tira de tímidas que han encontrado al amor de su vida y que, además, no ha sido su única pareja, es decir, que no es que haya sonado la flauta por casualidad una vez.

Que es evidente que un buen físico facilita el ligoteo y que estar bueno es tener la mitad del trabajo hecho. Pero conozco a la tira de feos-feísimos que han encadenado una novia tras otra y que, en general, les va bien en asuntos del corazón. Y no, no son herederos de una gran fortuna.

Que es obvio que estar seguro de ti mismo, valorarte y no tener excesivo grado de dependencia emocional ni celos patológicos son la base para encontrar a alguien con quien compartir tu vida, pero conozco a la tira de gente con muchas de estas taras mentales en grado superlativo, y ahí los tenéis, permanentemente emparejados.

Y lo más grave es que ocurre también lo contrario. Seguro que todos conocemos a gente majísima,  agradables, divertidos, inteligentes, buenas personas y sin rarezas excesivamente molestas que se han pasado media vida más solos que la una. O la vida entera, en el peor de los casos. ¿Les ocurre porque son más tímidos, o más feos o más inseguros que los ligones de los párrafos de arriba? Yo creo que no. Que seguro que alguna de sus características ha influido en su trayectoria sentimental... pero no me parece que haya sido LA CAUSA.

Lo que les pasa es que les va mal en el amor. Sin más. Igual que hay gente que sufre migrañas, o le duelen los pies, o se acatarra cada dos por tres o tiene una suerte pésima jugando a las cartas. Se viene así de fábrica y ya. Se pueden hacer cosas para intentar mitigarlo, claro, pero, en ese tema en concreto, se parte con desventaja respecto a los demás. Esto es así.

Hay mucha peña en la panda de los desafortunados en temas parejiles y  si hubiera menos gente que se conformara con lo que no quiere, habría más. Decir que a todos ellos les va a así por algo, por una causa concreta, va a ser mucho simplificar, ¿no?

lunes, 10 de diciembre de 2012

Putadones sin fecha de caducidad

Las pilas se gastan
Los alimentos caducan
Las velas se consumen
Las series llegan a su último capítulo
Los recursos naturales se agotan
Las vacaciones terminan
Las historias se acaban
Los encuentros deportivos finalizan
Los Polos se derriten
Los libros concluyen
Los préstamos se liquidan
La fama desaparece
La pasión se apaga

Todo tiene un fin. Todo lo que empieza acaba. Todo tiene un periodo de vigencia limitado. Incluso los delitos prescriben. Entonces...

¿Por qué el dolor es infinito? ¿Por qué algo que nos ha hecho daño (daño de verdad) puede seguir hiriéndonos eternamente? ¿Por qué hay acciones y personas que mantienen siempre el poder de reabrir heridas, por muy enterradas que estén bajo un gigantesco manto de tiempo y olvido? ¿Por qué las cosas malas de la vida conservan permanentemente intactas sus propiedades dañinas?

¿Por qué los putadones no tienen fecha de caducidad?

viernes, 7 de diciembre de 2012

Las cenas de navidad son el mal

En esta vida el común de lo mortales tenemos que aguantar algunas torturas chinas que, inexplicablemente, no están prohibidas por la ley y que, tras sufrir exposición prolongada a ellas, nos dejan con ganas irrefrenables de cortarnos las venas o salir a la calle a aplastar cabezas con un mazo. Uno de estos suplicios son, sin duda, las nuevas palabras de verificación que los jefazos de Blogger tuvieron la feliz idea de introducir hace un tiempo y que están empezando a afectar a la salud mental de blogueros y comentaristas. Sobre esta p*ta mi*rd* de sistema de los c*jon*s que obliga a hacer un mínimo de ocho intentos para dejar un simple comentario no voy a escribir ahora, que como veis contentita me tiene y se merece una entrada propia. Hoy toca hablar de otro tormento infernal: las cenas de navidad. Las cenas de navidad son EL MAL, asi os lo digo.

Para empezar, porque se reproducen como los Gremlins en un día de lluvia. Habías pensado asistir a una, y de repente tienes 2500: la del trabajo, la de los amigos de toda la vida, la del equipo de fútbol, la del grupo de teatro, la de la academia de inglés, la de los colegas de la universidad, la del gimnasio, la del curro de tu novio, la de los primos jóvenes de la familia, la de los vecinos del portal, la de todos los Piscis con ascendente Libra que viven en Speedytown... el bucle es infinito. La temporada de cenas de navidad puede inaugurarse perfectamente a principios de diciembre y durar hasta finales de enero. Y tú ahí, resistiendo como puedes.

Y no os creáis que es fácil resistir, porque el mayor peligro de las cenas de navidad es que se convierten a menudo en juergas descontroladas. Gente variopinta que no va habitualmente en el mismo grupo se encuentra de repente saliendo de fiesta juntos. Entre ellos suele haber, además, varios especímenes que sólo salen una vez al año, la noche de la cena de navidad, y que por tanto lo cogen con ganas y no saben regularse.¿El resultado? Que se sabe como se empieza pero no como se acaba. Aunque una cosa está clara: tarde. Siempre se acaba tarde.

Las peores son, desde luego, las cenas de navidad de empresa, que combinan el nivel de suplicio estándar con nuevas y complementarias formas de tortura: que se acople el jefe a la cena y quede vetado el tema estrella de cualquier reunión de curritos: despotricar contra el jefe. Que se te siente al lado el típico plasta que te da la chapa en la oficina a todas hora con cualquier movida, se beba dos tragos de más y entre en bucle abrasándote con el temita también durante la cena. Que entre copa y copa alguien se vaya de la lengua y los secretos laborales que en los pasillos se guardan tan bien, salgan a la luz y provoquen dramones totales. Y tantos y tantos horrores más.

Insisto: las cenas de navidad son el mal. Deberían estar prohibidas por la ley. Bueno, con algunas excepciones. Cuando son la excusa perfecta para salir de juerga por primera vez con el Maromazo con Posibilidades de turno y así propiciar un encuentro en circunstancias más favorables para "empezar negociaciones" no son tan  horribles. Que no es que yo esté planeando nada parecido, ¿eh? Pa-ra na-da.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Nuevas incorporaciones

La nueva división de superhéroes de la speedyfamily, la de los speedysobris, se acaba de reforzar con un miembro recién llegado. Es redondín y diminuuuuuuuuto, pero ya se le nota que superpoderes contundentes no le van a faltar. Para empezar su voz es increiblemente potente teniendo en cuenta la pequeñísima caja de resonancia que ahora mismo supone su cuerpecito. Y también tiene las manos enormes (comparado con su tamaño mini, claro). Se le ve de lejos que va a ser un crack, y eso que solo lleva unas horas por aquí.

Está todo el tiempo tranquilo, como adormilado, pero no termina de cerrar los ojos. Quiere ir reconciendo el terreno en el que va a operar y de paso tenernos vigilados a los que andamos por allí, a ver si damos la talla como compañeros de superaventuras. Aguanta sin inmutarse el bullullu que organizamos todos a su alrededor, pero siempre mueve la cabeza cuando es la loca de su hermana L la que grita porque está jugando o liándola parda. Y es que, aunque acaba de llegar, ya conoce bien a los que van a combatir a los supervillanos codo con codo con él.

Y lo cierto es que no tiene mal equipo para luchar contra los malos. L le va a poner al día sobre los peligros y amenazas de Speedytown y el pelotón de Capilandia acudirá puntualmente siempre que necesiten refuerzos. Ahora mismo todo es un caos y hay descontrol y nervios y bullullus por todas partes. Pero cuando se organicen, sólo os digo una cosa:

                               ¡¡¡SUPERVILLANOS TEMBLAD!!!

lunes, 3 de diciembre de 2012

Todo el mundo tiene un pasado, hasta George

Es lunes y la vida es muy dura, así que voy a hacer una entrada para aligerar el comienzo de semana. Por lo menos a las chicas. A los chicos ya si eso otro día. El caso es que voy a hablar de él. De mi George.


¡Qué maromazo!, ¿eh? Qué mirada, qué expresión, qué porte. Y aunque habría mucho que decir sobre la planta y el estilo de este hombre, no nos vamos a quedar ahí, que es lunes y toca entrada superficial, pero esto tampoco es la Superpop. A mí me gusta este señor por su carrera. Porque ahora es famosísimo y todo el mundo le hace la rosca, pero le costó arrancar. Tuvo malas rachas en sus comienzos, y dificultades y la tira de fracasos. Y eso mola. A veeeer, que no es que tenga nada en contra de esta monada, ni mucho menos. Pero es guay saber que no todos los que triunfan ahora lo han hecho desde siempre. Que se lo han tenido que currar.

George tuvo una enfermedad de pequeño que le paralizó parcialmente el rostro durante un tiempo. (¿Quien lo diría de un tío que ha sido nombrado ya dos veces el hombre más sexy del mundo, eh?) Era un empollón que sacaba buenas notas en el instituto, pero que luego no acabó su carrera universitaria. Jugaba muy bien al beisbol y quiso ser profesional, pero tampoco lo consigió.

A los 21 años decide ir a Los Ángeles a probar suerte como actor. Se presenta a todos los castings habidos y por haber y hace trabajillos, pero tarda 6 añazos en conseguir su primer papel en el cine que es, NADA MÁS Y NADA MENOS, en "El retorno de los tomates asesinos". Que ya sería gordo si fuera el prota de la primera parte de una peli de serie B sobre unas hortalizas que matan gente, pero es que protagonizó la secuela. Ahí queda eso. Todo el mundo tiene un pasado.

Se hizo famoso a los treintaytantos interpretando en Urgencias al doctor Ross, lo que provocó que media población mundial se pusiera mala más a menudo sólo para saber si le atendía un maromazo así en el hospital. Después de eso ha participado en la tira de pelis: unas buenas, otras malas y bodrios como Batman. Interpreta y dirige, según la crítica bastante bien. Yo no puedo confirmarlo ni desmentirlo porque no soy objetiva. Cuando le veo en la pantalla no me concentro en su trabajo actoral, me distraigo con otros temas. Además casi siempre se mete en proyectos que, como mínimo, intentan que le demos vueltas al coco y contribuye con numerosas causas solidarias.

No os preocupéis, ya me imagino que no es un santo. Seguramente dejará la tapa del water levantada y no fregará los platos. Las novias le duran un telediario y su relación más larga ha sido con el cerdo vietnamita que tenía como mascota, así que ya supongo que la vida en pareja no es su punto fuerte (porque aún no ha conocido a la mujer de su vida, que soy yo, claro jaja) Pero a mí es un tío que me mola, porque no esconde que su primera peli fue el horror ese de los tomates. Lo dice con orgullo porque fueron los primeros pasos de un camino que le llevó  donde está ahora. Todo el mundo tiene un pasado, hasta George.